Traductor

sábado, 7 de mayo de 2016

Tu cerebro sabe si comerás chocolate

El chocolate… se lo ha denominado ‘comida emocional’ y es que es un placer para muchos e incluso una adicción para algunos… Pero, ¿podemos saber quién acabará comiéndose un trozo de este manjar después de haberlo visto, olido y tocado durante un rato? Según Astrid Frankort, de la Facultad de Psicología y Neurociencia de la Maastricht University, y sus colaboradores podemos saber quién ganará y quién perderá peso en función de sus respuestas cerebrales ante la comida hipercalórica… y sin embargo, sabemos poco sobre cómo esos patrones de actividad cerebral pueden predecir quién comerá y quién no en un momento concreto.
Para conocer un poco mejor cómo nos comportamos ante la comida, este equipo de investigadores realizó un experimento en el que el objetivo era analizar qué áreas cerebrales se relacionan con el consumo de chocolate después de haber estado expuesto a él y si la actividad cerebral guardaba alguna relación con el ‘craving’ o deseo por comer.
Los resultados, publicados hace muy poco en la revista científica Appetite (2015) mostraron que comer chocolate tras verlo se relacionó con la actividad de distintas áreas cerebrales. Más específicamente, la probabilidad de comerse un trozo de chocolate era mayor cuanto más se activaban el núcleo caudado derecho y la corteza frontopolar izquierda, dos áreas asociadas con la recompensa, y también cuando se activaban en menor intensidad otras dos áreas más relacionadas con el control cognitivo como son las áreas prefrontales dorsolateral y dorsomedial izquierdas.
Además los autores encontraron otro hallazgo interesante: el acto de comer chocolate se predecía de forma más fiable a través de la actividad cerebral que a partir de lo que los participantes decían sobre sus ganas o deseos de hacerlo. Vamos, que si tenemos que fiarnos de algo a la hora de saber cuántas ganas tiene uno de comerse un bombón, mejor hacerlo de su cerebro que de lo que nos diga.
Estos descubrimientos ayudan a saber por qué algunas personas encuentran tan difícil resistirse a la tentación del chocolate, y es que puede ser  muy complicado privar al cerebro de una recompensa tan potente como un delicioso bombón.

viernes, 29 de abril de 2016

El cerebro tiene un atlas para las palabras

Un estudio demuestra que las palabras similares activan las mismas áreas cerebrales y que el lenguaje no solo es cosa del lado izquierdo del cerebro

martes, 26 de abril de 2016

Identifican un compuesto que revierte los síntomas del alzhéimer o el párkinson

Un equipo internacional de científicos dirigido por la Universidad de Leicester (Reino Unido) ha descubierto una forma de revertir los síntomas de enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer o el párkinson utilizando como sujetos de prueba moscas de la fruta. El estudio se ha prolongado durante cinco años y ha sido publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
Gracias a este trabajo, los investigadores han demostrado que los enfoques genéticos y farmacológicos pueden emplearse para disminuir los niveles de metabolitos tóxicos en el sistema nervioso y por lo tanto aliviar algunos de los síntomas de la neurodegeneración. 
Los dos trastornos neurodegenerativos más comunes en todo el mundo son la enfermedad de Alzheimer y de Parkinson. Las opciones de tratamiento para estas enfermedades son limitadas, y hasta la fecha no existen curas. Nuestra esperanza es que al mejorar nuestro conocimiento de cómo estas células nerviosas se enferman y mueren en el cerebro, podemos ayudar a idear formas de interferir con estos procesos, y por lo tanto ya sea retrasar la aparición de la enfermedad o prevenir la enfermedad por completo”, aclara Flaviano Giorgini, líder del estudio.
El experimento se llevó a cabo con la mosca de la fruta Drosophila melanogastercon el fin de explorar qué metabolitos específicos son los que causan la pérdida de células nerviosas en modelos de mosca con la enfermedad de Alzheimer, Parkinson y Huntington.
Los científicos descubrieron que la inhibición de las enzimas TDO y FMOmejoraba los síntomas de todas las moscas debido al aumento de los niveles del metabolito de la vía de quinurenina conocido como ácido quinurénico (KYNA) que es capaz de contrarrestar los efectos de los metabolitos tóxicos.
“Estamos muy emocionados por estos resultados, ya que sugieren que la inhibición de TDO y KMO podría ser una estrategia general empleada para mejorar los síntomas en una gran variedad de trastornos neurodegenerativos, no sólo el párkinson y el alzhéimer, por lo que nuestro siguiente paso es validar nuestro trabajo en modelos de mamíferos y en última instancia ver si estos fármacos podrían ser útiles para los pacientes en los ensayos clínicos”, concluye Giorgini.

jueves, 21 de abril de 2016

LAS BABOSAS DE MAR REVELAN MUCHO ACERCA DE LA MEMORIA Y EL APRENDIZAJE EN LOS HUMANOS

17 abril del 2016. Un equipo de científicos está utilizando nuevas herramientas poderosas en química analítica para obtener una visión sin precedentes sobre la forma en como funcionan los cerebros humanos a partir del estudio de las babosas de mar.
9-babosas-de-mar-soprendentes_7
Las babosas de mar usan sus cerebros, principalmente para encontrar comida, evitar peligros y reproducirse. Mientras que el cerebro humano y el sistema nervioso se conectan mediante cientos de miles de millones de células nerviosas, o neuronas, las babosas de mar pueden funcionar con tan solo decenas de cientos de dichas células.
Irónicamente las babosas de mar pueden decirnos mucho sobre la química del cerebro humano y el sistema nervioso. De hecho, son ideales como sujetos de estudio para la investigación sobre el aprendizaje, la memoria y cómo las neuronas controlan el comportamiento, porque las neuronas de las babosas de mar forman redes neuronales bien definidas y relativamente simples y porque son sorprendentemente grandes, dando a los investigadores más materiales para trabajar,
El químico analítico, Jonathan Sweedler, de la National Science Foundation (NSF), y su equipo de la Universidad de Illinois están trabajando para desarrollar nuevos instrumentos de medición que permitan obtener nuevos conocimientos sobre la función de las células individuales en los sistemas nerviosos centrales de las babosas y otros animales con el fin de descubrir nuevas vías neuroquímicas.
Además de aprender más acerca de la química, el equipo también está descubriendo moléculas que antes eran desconocidas. En última instancia, Sweedler dice que aprender a convertir los productos químicos específicos en el cerebro y fuera del mismo, podría conducir a nuevos métodos para el diagnóstico y el tratamiento del dolor crónico, la adicción a las drogas y la investigación de las enfermedades neurológicas.
Esta investigación es apoyada por la NSF premio # 1111705, Bioanalítico Caracterización de D-aminoácidos en el cerebro.

miércoles, 13 de abril de 2016

La ciencia de los besos

Día Internacional del Beso, besar es todo un arte, pero también tiene su propia ciencia...

Se llama filematología, y las últimas investigaciones en esta disciplina revelan que intercambiar saliva nos ayuda a escoger la pareja más adecuada.

Según explicaba la neurocientífica Wendy Hill durante una reciente reunión de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS), las sustancias químicas que contiene la saliva nos ayudan a evaluar a una posible pareja para decidir si es la más idónea. Además, besarnos reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y aumenta los niveles de oxitocina, siempre y cuando besemos a la persona adecuada. 

Helen Fisher, profesora de antropología en la Universidad Rutger y experta mundial en la biología del amor, también ha analizado el papel del beso, y asegura que "besar es un poderoso mecanismo de adaptación" presente en más del 90% de las sociedades humanas. Sin olvidar, añade, que "los chimpancés y los bonobos se besan, los zorros se lamen sus hocicos entre sí, las aves se picotean y los elefantes ponen sus trompas en las bocas de los otros miembros de sus manadas". 

En los humanos, el beso es fundamentalmente una cuestión química, según Fisher. La saliva masculina tiene testosterona y los hombres prefieren los besos húmedos porque ?inconscientemente intentan transferir testosterona para provocar el apetito sexual en las mujeres?, según la experta. Además, este tipo de besos podría ayudarles a "medir los niveles de estrógenos femeninos de su pareja, para hacerse una idea de su grado de fertilidad". En cuanto a las  mujeres, el beso les sirve para detectar el estado del sistema inmune de su posible pareja y saber "cuánto se cuida". 

Por otra parte, la antropóloga sostiene que existen tres sistemas cerebrales diferentes que evolucionaron en el Homo sapiens para permitir el emparejamiento y la reproducción. El primero es el deseo sexual alimentado por la testosterona, tanto en hombres como en mujeres. El segundo regula el amor pasional u obsesivo y parece estar vinculado a una actividad elevada de la dopamina, un estimulante natural. El tercero, que controla el apego y permite a una pareja permanecer unida suficiente tiempo como para criar hijos, está ligado a un nivel mayor de oxitocina. El beso, probablemente, permite que se estimulen esos tres sistemas, concluye Fisher. 

lunes, 11 de abril de 2016

Descubren un método de detección precoz del párkinson

Hoy, 11 de abril, Día Mundial del Párkinson, hay que destacar a un equipo de investigadores españoles que han hallado un método para diagnosticar la enfermedad en personas con trastornos del sueño a través de una biopsia.

Por primera vez, un equipo de investigadores, en este caso de la Unidad de Párkinson del Servicio de Neurología del Hospital Clínic de Barcelona y del Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer (IDIBAPS), ha probado que es posible diagnosticar de forma precoz esa enfermedad en pacientes con trastornos del sueño.
Para ello, hay que practicar al afectado una biopsía en la glándula submandibular, situada en la parte de atrás de la boca, que detecta una proteína (alfa-sinucleína) que se aloja en las neuronas de los enfermos de párkinson. El estudio, coordinado por el Dr. Eduard Tolosa, investigador del CIBERNED y profesor de la Universidad de Barcelona, ha sido publicado en la revista The Lancet Neurology
El párkinson es una patología crónica neurodegenerativa que afecta a las zonas del cerebro encargadas del control y la coordinación del movimiento y del equilibrio. Además, en ocasiones viene acompañada de otros síntomas ajenos al sistema motor como pérdida de olfato, deterioro cognitivo o trastornos del sueño en fase REM, que pueden presentarse años antes de que se desarrolle la enfermedad.
La acumulación de la proteína alfa-sinucleína en las neuronas, concretamente en los llamados Cuerpos de Lewy, es la responsable de la aparición de estos efectos negativos. De ahí que localizar a tiempo la presencia de esta proteína mejoraría el diagnóstico del párkinson en una fase temprana y permitiría empezar a tratar los síntomas desde el principio.
Los autores de la investigación llevaron a cabo biopsias a 21 pacientes con trastornos del sueño en fase REM, a 24 con párkinson y a 26 individuos sanos.Casi el 90% de los afectados por trastornos del sueño y un 70 % de los que padecían párkinson tenían la proteína en la glándula submandibular, al contrario que las personas sanas, en ninguna de las cuales se localizó esa sustancia.
Para Álex Iranzo, neurólogo de la Unidad Multidisciplinar de Trastornos del Sueño del Clínic e investigador del equipo IDIBAPS, “estos resultados demuestran que la biopsia sirve como prueba confirmativa para diagnosticar el párkinson en individuos en los que aún no se ha manifestado la enfermedad. Además, se trata de una prueba poco invasiva y que se tolera bien.
Por su parte, Eduard Tolosa cree que “identificar agregados de sinucleína en la glándula submandibular permite confirmar el diagnostico de párkinson, lo cual es muy útil en casos de diagnóstico incierto. Además identificar a las personas con trastornos del sueño que tengan estos agregados podría servir para diseñar estrategias terapéuticas que, por ejemplo, bloqueen la progresión de esta proteína hacia el sistema nervioso central, donde causan los síntomas clásicos de la enfermedad de párkinson”.

miércoles, 6 de abril de 2016

Una biopsia para diagnosticar precozmente el párkinson

El estudio de una glándula de la boca permite detectar una proteína presente en las neuronas de las personas que padecen esta dolencia.


Apenas dos milímetros de glándula submandibular, situada en la parte posterior de la boca, bastan para detectar el párkinson de forma precoz en pacientes que aún están en estadios asintomáticos. Médicos del hospital Clínic de Barcelona han demostrado que la biopsia de este tejido en personas con trastorno del sueño (una dolencia que suele anteceder al desarrollo del párkinson permite detectar la proteína alfa-sinucleína, presente de forma anormal en las neuronas de pacientes aquejados de la enfermedad degenerativa.
Aunque su estudio se limitó a estudiar personas con trastorno de la conducta del sueño en fase REM (los pacientes tienen pesadillas en las que son atacados y perseguidos y las expresan con gritos, llanto, golpes y patadas mientras duermen), los investigadores del Clínic han abierto la puerta a la detección del párkinson a partir de síntomas o dolencias vinculadas al desarrollo de la enfermedad. "La mayoría de las personas que padecen trastorno del sueño acaban sufriendo párkinson porque tienen anomalías que también se encuentran en esta enfermedad. Nosotros seleccionamos a estos pacientes por su vinculación con la dolencia, pero esto también se podría llegar a aplicar a otra población de riesgo como pueden ser sujetos con pérdida de olfato, estreñimiento y otros síntomas asociados", apunta el coordinador de la investigación, el doctor Eduard Tolosa.
Los facultativos realizaron biopsias a 21 pacientes con trastornos del sueño, a 24 con párkinson y a 26 personas sanas. Los resultados de estos exámenes revelaron que el 90% de los enfermos con trastornos del sueño y el 70% de los pacientes con párkinson tienen la proteína alfa-sinucleína en la glándula submandibular. En cambio, en las personas sanas no se detectó ni rastro de la biomolécula. "Los resultados demuestran que la biopsia sirve como prueba definitiva para diagnosticar la enfermedad en personas en las que todavía no se manifiesta", señala el doctor Alex Iranzo, neurólogo de la unidad de Trastornos del Sueño del Clínic. Una de cada 100 personas mayores de 60 años desarrolla la enfermedad.
El hallazgo de los investigadores del Clínic, que ha sido publicado en la revista científica The Lancet Neurology, arroja luz sobre el diagnóstico, en ocasiones complicado, del párkinson. "En el momento inicial de la enfermedad, los errores diagnósticos son del 30% o el 40% porque la detección se basa en aspectos clínicos muy subjetivos. El poder determinar que hay sinucleína en tejidos periféricos será de gran utilidad en casos de diagnósticos inciertos", argumenta Tolosa. 
Los expertos aseguran que está investigación dará paso a muchos ensayos clínicos.
Al igual que el alzhéimer, el párkinson surge 15 o 20 años antes de que empiecen a manifestarte sus síntomas (temblores y problemas de coordinación del movimiento y del equilibrio), pero se desconoce su origen. El estudio también aporta herramientas a la investigación básica para estudiar la evolución natural de la enfermedad. "Tenemos tejido de sujetos con prepárkinson, un material que los investigadores básicos pueden utilizar para estudiar las causas de la enfermedad", apunta Tolosa.
http://elpais.com/elpais/2016/03/31/ciencia/1459426128_611748.html

lunes, 14 de marzo de 2016

¿Por qué y para qué bostezamos?

No hay acuerdo sobre la función de este gesto habitual. La última hipótesis asegura que ayuda a «refrescar» las ideas. Y podría por tanto ser útil provocarlo en situaciones de tensión.

¿Por qué abrimos desmesuradamente la boca, inspiramos durante un rato y la volvemos a cerrar cuando tenemos sueño o nos aburrimos? La respuesta no es fácil y los expertos no se ponen de acuerdo. “no está tan claro que sea como creemos porque nos aburrimos, sino que da la impresión, por los estudios de los últimos años, que es más una cuestión de empatía”, explica el profesor Manuel Díaz-Rubio, presidente de honor de la Real Academia Nacional de Medicina. Acaba de presentar su libro “Los síntomas que todos padecemos” (editorial Aran), que incluye entre ellos al bostezo.
Díaz-Rubio explica a ABC que el bostezo está relacionado con los ritmos diarios más primitivos como dormir, despertar, relajarse o reproducirse. La teoría más aceptada para explicar este comportamiento motor es su relación con nuestra capacidad de empatía. De ahí que aparezca con mayor frecuencia, explica Díaz-Rubio, en situaciones de familiaridad, entre amigos y conocidos. Y en función del grado de empatía que sintamos con quienes nos acompañen se hace más contagioso.
Algunos estudios relacionan el bostezo con el hipotálamo, una zona del cerebro encargada precisamente de regular funciones básicas como el hambre, el sueño, la temperatura o el comportamiento sexual, indica Díaz-Rubio. Tendría cierta relación con el neurotransmisor dopamina, que se va perdiendo al envejecer y explicaría por qué con los años se bosteza menos, indica como curiosidad.
La creencia común es que el bostezo ayuda a aumentar el suministro de oxígeno. Otras teorías apuntan a que el bostezo facilitaría apertura de los alveolos o incluso la ventilación del oído medio. Y todo es posible como justificación a esa forma de abrir la boca de forma tan tremenda y forzada, explica este experto. Sin embargo, no hay estudios concluyentes.
Una de las últimas hipótesis, publicada en “Physiology & Behavior”, sostiene que bostezar en realidad sirve para refrigerar el cerebro, lo que supone una mayor eficiencia y activación mental. Además, esta teoría podría también explicar por qué los bostezos son tan contagiosos, ya que al parecer la difusión de este comportamiento podría ayudar a mejorar la vigilancia global del grupo, lo que justificaría su conservación evolutiva, puesto que está presente también en primates no humanos y otros animales como los perros.
Según explican los investigadores los ciclos del sueño, activación cortical y estrés a los que hace referencia el profesor Díaz-Rubio- están asociados con fluctuaciones en la temperatura del cerebro, por lo que el bostezo tendría como misión mantener su temperatura dentro de unos valores adecuados. Según esta teoría, el bostezo sólo debería ocurrir dentro de un rango óptimo de temperaturas, lo que significa que habría una ventana térmica para el bostezo.
Para probarlo los investigadores de la Universidad de Viena midieron la frecuencia de bostezos entre los peatones de Viena, Austria, durante los meses de invierno y de verano, y luego compararon estos resultados con un estudio análogo realizado en el clima árido de Arizona, EE.UU. Al parecer en Viena las gente bostezaba más en verano que en invierno, mientras que en Arizona los bostezos eran más frecuentes en invierno que en verano.
Habría, según este estudio, zona térmica óptima o gama de temperaturas ambiente alrededor de 20º C que favorecen el bostezo y su contagio. Por el contrario, este contagioso gesto se produce y propaga menos con temperaturas próximas a los 37 ° C en el verano de Arizona o en las frías condiciones del invierno de Viena.
Según esta hipótesis, bostezar dejaría de ser funcional cuando la temperatura ambiente es tan caliente como la del cuerpo, y tampoco parece necesario abrir mucho la boca, o incluso puede tener consecuencias perjudiciales, cuando las temperaturas son muy bajas.
En cualquier caso, dada la importancia de las posibles funciones que cumpliría, no está de más seguir el consejo del profesor Díaz-Rubio, que no es otro que provocar el bostezo antes de una situación muy extrema que suponga tensión porque oxigenaría más y nos ayuda a relajarnos. Y si hacemos caso a la última investigación, también aclararía nuestra mente.
Dadas sus posibles funciones, tal vez habría que poner en valor este gesto natural, que “implica hábitos como taparse la boca, con sensación de vergüenza por ser signo de mala educación”, apunta Díaz Rubio y aclara que este “estigma” que rodea al bostezo proviene de la Edad media, “porque se recomendaba taparse la boca para no transmitir enfermedades. Pero seguramente había que utilizarlo de forma terapéutica, igual que la risa”.

miércoles, 9 de marzo de 2016

Nuestro cerebro también necesita sufrir


Las emociones negativas también son necesarias para el buen funcionamiento de nuestro cerebro. Te contamos por qué.

Dice el diccionario de la R.A.E. que la felicidad es un estado de grata satisfacción espiritual y física pero, un poco después,  reconoce que para que esto ocurra, también debería darse una ausencia de inconvenientes o tropiezo: algo poco probable en la vida que, por definición, se desarrolla en un entorno cambiante. Sin embargo, incluso socialmente, parece que se está obligado “a ser feliz”… El problema es que esta imposición de la felicidad dificulta el gestionar adecuadamente las emociones llamadas “negativas”... ¡Y el cerebro necesita ambas cosas! Las emociones como la tristeza, el miedo o la ira no son “negativas”, sino necesarias y cargadas de enormes ventajas adaptativas. Vamos a ver por qué.
¿Qué  sucede cuando un individuo se desplaza de su “zona de confort”? Que su cerebro explorador inicia todos los mecanismos necesarios para afrontar los cambios. Así, la amígdala dirige el control emocional de sus acciones, mientras el hipocampo limita su alcance basándose en las experiencias previas fijadas en su memoria. El cerebro entonces puede enfrentarse al miedo y alerta, emociones que garantizan su integridad. O puede tener que negociar con un posible desencanto por  una experiencia desagradable: empieza así el  necesario duelo que le permitirá re-evaluar su situación. Por último, incluso se puede desarrollar un potente enfado que le hará luchar contra lo que es peligroso o injusto.
Pero, obviamente, estas situaciones de alarma no se deben prolongar eternamente. Por ello, nuestro cerebro, a continuación, inicia, también, una serie de mecanismos atenuadores de ese desagradable conjunto de sensaciones. Estas respuestas “de recuperación” son en muchos casos iniciadas por señales químicas como, por ejemplo,  la liberación de oxitocina que comunica una sensación de confianza en el entorno.

miércoles, 2 de marzo de 2016

¿Sabías qué...?

CUANDO SE DUERME UN PIE

Todos hemos tenido la experiencia de que se “duerma” un pie. Este fenómeno se debe a la interrupción de las señales nerviosas. La causa suele ser la compresión de un nervio, por una mala postura, por ejemplo. 
La compresión de las fibras nerviosas que forman el nervio interrumpe en ese punto los potenciales de acción, de manera que las señales nerviosas que proceden de la extremidad no llegan al cerebro.
Para ser consciente de un estímulo sensorial es preciso que los potenciales de acción lleguen al cerebro, de manera que el miembro afectado queda insensible. Sin embargo, es frecuente que cuando se está recuperando (la interrupción de la transmisión suele ser transitoria, y el nervio habitualmente se recupera en pocos minutos) durante un tiempo se sienta dolor, pero no tacto.
Esto se debe a que las fibras de mayor diámetro tardan más en recuperarse de la compresión, y estas fibras son las que transmiten la sensación de tacto. En cambio, las fibras nerviosas que transmiten la sensación de dolor o de temperatura son más finas y se recuperan antes.

lunes, 29 de febrero de 2016

¿Qué le produce la música al cerebro?

Investigadores y musicoterapeutas del Instituto de Neourología Cognitiva (INECO) explican además la sorprendente memoria musical y qué revela el gusto de cada oyente.


“La música se considera como uno de los rasgos de la cognición humana más antiguos, existiendo de una forma sofisticada desde hace miles de años, como lo evidencian los recientes hallazgos arqueológicos que permitieron encontrar flautas perfectamente creadas a partir de hueso de buitre”, explicó Jorgelina Benavidez, musicoterapeuta y directora del Departamento de Terapias Basadas en las Artes de INECO.
La licenciada en Musicoterapia señala que hay evidencias de que el estímulo musical activa diversos circuitos y regiones cerebrales, con participación de ambos hemisferios, generando mayor conectividad y desarrollando nuevas conexiones.
“El neurofisiólogo Robert Zatorre, investigador en el Instituto Neurológico de Montreal de la Universidad McGill, llevó a cabo una investigación en la cual los participantes escucharon música que consideraban en lo personal ‘muy emotiva y placentera’, comparando específicamente la liberación de dopamina (neurotransmisor implicado en el sistema de recompensa de nuestro cerebro liberándose como reforzador de conductas recompensantes) en la respuesta a la música placentera versus la música neutral, obteniendo como evidencia la liberación de dopamina, seguida a las respuestas emocionales fuertes a la música significativa, resultado que podría ayudar a explicar porqué se considera a la música como recompensante”, indicó Benavidez.
Para Federico Adolfi, músico y neurocientífico del Laboratorio de Psicología Experimental y Neurociencias (LPEN), y de INECO, las neurociencias aplicadas al procesamiento musical dan valiosos datos y aclara: “Cuando escuchamos música también se ponen en juego procesos que no son tan específicos de la cognición musical. Por ejemplo, relacionar lo que estamos escuchando con lo que hemos escuchado en el pasado cercano y lejano, generar expectativas y actualizarlas a medida que seguimos escuchando. Estas últimas operaciones claramente exceden lo musical y son cruciales para la supervivencia de una especie”.
Adolfi cuenta que un estudio, publicado en 2013 en Proceedings of the National Academy of Sciences, mostró que el cerebro puede organizar jerárquicamente la información musical en estructuras sintácticas y generar expectativas que atraviesan largos segmentos de música. “Este dato es crucial. Pensamos que la construcción y violación de estas predicciones sería uno de los mecanismos por los cuales surge la respuesta emocional a la música. Algunos estudios ya habían mostrado que las respuestas emocionales durante la escucha musical -como escalofríos, placer y nostalgia- están mediadas por los mismos circuitos cerebrales relacionados con la respuesta al sexo, la comida y las drogas, por nombrar algunos. A su vez, es interesante que estos circuitos forman parte de un sistema más amplio vinculado a la predicción. Uno de nuestros proyectos actuales, entonces, es diseñar y llevar a cabo experimentos que conecten el procesamiento de la estructura intrínseca de la música con los procesos emocionales y la experiencia subjetiva resultantes”, expuso.
En cuanto a la improvisación musical, el neurocientífico apuntó que hay indicios de que una improvisación conjunta es procesada por el cerebro como una comunicación, donde se observa actividad en áreas asociadas a la producción y comprensión del lenguaje.